Un inquilino llamado Alzheimer

Nadie lo invitó, al menos yo no.

Tampoco lo invitó mi madre aunque ya no se acuerda.

Empezó a instalarse en casa hace unos años, así, sin dejarse ver demasiado.

Un día aparecía en cualquier calle y la invitaba a perderse.
Y se perdía. Sólo un rato.
Después venía a casa a visitarla y, poco a poco, dominó su vida. Se escondió en un oscuro rincón de su cabeza y ya nunca se separan.

A menudo está callada, a solas con ese inquilino que le roba la memoria.

Mira y no reconoce.
Quiero ir a mi casa -dice-.
Ya estás en casa ¿no lo ves?.

No, no lo ve.
Está perdida en una niebla de recuerdos y recuerda otro lugar, este mismo lugar en su niñez. Allí quiere volver.

Quizás porque entonces nadie le robaba sus recuerdos.

2 comentarios:

Javier Adán dijo...

Me encanta que escribas sobre este tema, pieso que puedes ayudar a mucha genre a sobrellevar el día a día de aquellos que tienen familiares con alzheimer.
Sigue escribiendo.

Milcuentos dijo...

Bueno, espero que en momentos de agobio este sea mi "refugio". De eso se trata en realidad y si, además, alguien saca algo positivo será para mi una alegría más.

Gracias y un saludo
Lola